viernes, 6 de abril de 2007

Mis manos, tus manos

Mis manos, tus manos

Milagros cotidianos
solo pelusa de milagros
avanza el día
oxidado sentido
de estrechar una mano
milagro!
me has devuelto mis manos
juego, acaricio y agradezco
bendigo tus manos
duermo y lloro en ellas
tu indice la brújula
tu palma mi trinchera
tu puño mi ejército
las abres y soy
si las cerraras…
¿Quién serías mundo?

martes, 3 de abril de 2007

Guruveda: De cómo lo conocí un día como hoy

De cómo lo conocí un día como hoy
Escrito por Purmarita Acharya Semana santa 2007

Sentarse a escribir recuerdos nunca ha sido mi mayor motivación. Los diarios de vida eran sólo para coleccionar y guardar impresiones momentáneas sin llegar a pasar el año de escritura. Eran páginas llenas de recortes y fotografías en vez de anécdotas amorosas como suelen ser.
Hoy impulsada por la atmósfera y por la música, me propongo recordar para no olvidar. La pasión según San Mateo de Bach me acompaña y un baile de nubes sobre el mar me hace entrar en la memoria.
Tres años han pasado de que una música me movió a tomar mi auto y partir a iniciarme. ¿Iniciarse, qué sabía lo que era eso? para ser honesta nada, no sabía nada. Supongo que fui impulsada por esos recuerdos dormidos y la mano de los Ángeles.
Hacia tres días que había llegado de regalo a mis manos un CD el cual me había sumido en un estado de silencio inexplicable. No sabía qué era, ni quien lo cantaba, lo llamaban el Gayatri del amor. Invadió mi mente, mis huesos y mis días hasta hacerme escapar de la oficina y llegar a una ceremonia desconocida. Recibí el Mantra, lo hice sin ningún tipo de responsabilidad futura, admito mi frivolidad suprema y a la vez doy gracias a ella. Esto tan repentino cambió mis días.
Al fin de semana siguiente me vi invitada y viajando a Mendoza a una casa desconocida, a un Fuego Sagrado y a rezar tres días completos, otra locura sin sentido.
Llegué a Potrerillos a las cuatro de la mañana. Me vi sola y parada en un jardín frío, tenuemente iluminado por miles de estrellas, una luna y ese gran fuego escondido en los árboles y sin nadie conocido. Luego de una sensación de pánico, tome mi saco de dormir y silenciosamente me fui a sentar donde estaban rezando algunas personas. No sabía que debía hacer, sólo trataba de seguir a quienes tenía alrededor, no sabía qué sería sacrílego, ni qué correcto. Canté y oré por no estar actuando mal, era víspera de Semana Santa al igual que hoy.
Al poco rato llegó a unirse un hombre alto, tan alto como los árboles y serio como la noche. Entró a ese espacio sagrado sin zapatos y con ojos profundos y brillantes como las brazas nos preguntó a cada uno quienes éramos, avivó el fuego y se sentó al medio de éste lugar. Ahí comencé a quererlo, eso pensé yo. Historias salían de su boca, mundos de sus palabras y magia de sus manos, poco a poco el espacio vacío se fue llenando de caras desconocidas e hipnotizados por su locuacidad pasó la mañana sin saber cómo. No sabía quién era, ni lo supe hasta el minuto de irme, ahora que lo pienso no lo pregunté. Supuse que debía ser alguien importante sólo por su presencia y prestancia, pasaron los días de rezos, habló que no era cristiano, que cantaba el Gayatri y que ese día haría ayuno porque Cristo había muerto por nosotros. Quién era este ser tan único y grande?. No lo sé a ciencia cierta, pero cada día que pasa se sigue revelando un poco y sé que es para que pueda comprender.
De ese paseo recuerdo con especial cariño su primera mirada, su primera "ganancia" mi yapa mala que fue devuelto enseguida, el amor que demostró por Pablo Neruda, una fotografía que miré pero que jamás tendré, el secreto que me dijo al oído al terminar de hacer las ofrendas en el Fuego Sagrado y tantas cosas que sólo el género de la poesía podría explicar mejor.
Sí, han pasado tres años de cartas y visitas. Años llenos de días en los cuales han habido lágrimas, risas, nubes, pero sobre todo sol. Así cambió mi vida desde que lo conocí hace tres años, un día con música y con nubes llenas de blanco bailando a sol como hoy
Pensar en los días sin él, es pensar en un mar sin sal, en la noche sin cometas, en el vuelo de las libélulas sin la fuerza de sus alas, en un corazón sin pulso…
En un día como hoy fui domesticado diría el zorro de Antoine de Saint Exupery, empecé a crear lazos. Yo robaría de su libro las palabras "para mi es único en el mundo", como lo fue la engreida rosa para ese solitario niño.
Quien no sepa de quien estoy hablando le puedo contar que tiene los ojos mas profundos que el silencio, el cabello corto como mi recuerdo, manos generosas como árboles frutales, pies suaves como niño....y su corazón, su corazón es rojo, dulce, simple como las guindas que un verano comió en casa.
Marzo 2007
2
Octubre, un reencuentro

Si soy fiel a la cronología de nuestra historia debo contar que a penas pisé Chile, luego de esa Semana Santa, tuve ganas de escribirle como habíamos quedado y sólo lo hice cuando al fin obtuve su correo electrónico. La página en blanco me hacia dudar qué poner en ella, creo que comencé varias veces, me presente y conté resumidamente quién era. Además qué le podía interesar a alguien totalmente ajeno mis historias, trate de no aburrirlo ni extenderme. Su respuesta fue inmediata y directo a mi corazón, siento que dijo lo justo lo que necesitaba leer mi alma para dejarme en un estado de felicidad incomprensible. Así comenzamos un intercambio de e-mails en donde le dejaba entrever mi vida. Nunca estaba segura hasta dónde él me conocía, de pronto sentía que sabía todo y a veces sólo era producto de mis ganas que así fuera. A mitad del año comenzaron los preparativos para su venida, ya sabía un poco más quién era él que nos vendría a visitar o creía saberlo. Mucha expectación y muchos celos entorno al invitado. Yo lejana a todo sólo quedé en cooperar en cosas simples, algo en mi interior me hacia querer estar cerca. Llegó el tan ansiado día de llegada, fuimos a La Serena a encontrarlo, nuevamente partiendo tras de algo desconocido me subí al mismo aquel auto que un día me llevo a conocerlo. Sin imaginar cuales serían los acontecimientos recé y recé hasta cansarme, se decía que eran tiempos complicados, Dios decidiría en pocos días que haría con este mundo falto de fe y amor. Llegamos a una cabaña en donde dormí sola en un cuarto y junto a una familia que más parecía estar a la ofensiva que pronta a una preciosa fiesta.
Partimos de inmediato al tan ansiado reencuentro. Estaba alojando en un departamento de una devota, pareció que no éramos bienvenidos, no entendía porqué pero mi alegría no me hacía escudriñar en los posibles problemas que se estaban gestando. Apareció él, más grande aún que en mi memoria, sus ojos pícaros se encontraron con los míos, me abrazo largamente y al oído se rió de los posibles celos de los devotos que tanto nos habíamos reído en los mails. Al mirarlo sentado se le veía cansado pero siempre fue cálido para contarnos cada detalle de sus viajes, sus pies estaban hinchados, sus ojos rojos pero nunca perdió su prestancia y agudeza. Nos miró hasta desnudarnos las intensiones y las ilusiones.
Siempre lleno de regalos nos colmó de maravillosas sorpresas para consentirnos. Me trajo una cartera amarilla con letras bordadas que guardo celosamente y que es mi tesoro, ahí viven mis secretos y descansa siempre en mi cama para que el tiempo no la toque.
Fueron unos días muy intensos entre la alegría extrema de verlo y la furia despertada en ciertas personas. Entre rezos y rezos no comprendía bien que era lo que pasaba en mi interior, sólo sabía que no podía separarme de su lado.
Su viaje se trasladó a Santiago, celebramos con un Fuego Sagrado en el Arrayán, bendiciones se derramaban sobre nosotros y nosotros sin tener ni la menor idea que así era. Mi maestro sólo me prometía amor eterno y casamiento, pero lo que más me llamó la atención es que me acariciaba el pelo. Hacía poco había escrito una carta a Sai que más parecía que él la había recibido que mi admirado y lejano amigo hindú.La fiesta organizada en el centro de yoga fue un éxito, el lugar y la Madre se veían hermosos, no sé si alguien lo habría notado pero fui feliz en mi tarea. La gente se divirtió y soñó con un templo que sólo Dios sabría que no habría de construirse, pero no se lo había dicho a nadie excepto a él de eso hoy estoy segura.
Los días pasaron entre bendiciones y malos entendidos, cada día una joya menos y una bendición más. Una secreta alegría me invadía cada vez que me quitaba algo y se lo dejaba para él. Llegó el ultimo de sus días lo fui a ver a casa de Vainavi venía llegando de la casa de Neruda. Estaba serio no reía mas, sus palabras eran hermosas explicando partes de la Torah, se paraba, se balanceaba, mostrando cómo se rezaba ese día especial para el pueblo judío. Le llevé una carta y un regalo que nunca le entregué, no tuve mi entrevista ni la posibilidad de verlo a solas, no me llamo y sólo se despidió como un extraño. De pronto el cielo había caído a la tierra, no entendí nada y me fui triste pero llena de recuerdos hermosos. Abrazos, risas, sus ojos, palabras, sus cariños y sin un corazón, me lo había robado o quizás se lo había regalado. A la mañana siguiente sabía que se iban temprano, le mande unos chocolatitos y quequitos para el viaje con una amiga argentina que viajaba junto a él. En la ducha me invadió la tristeza al sentir la separación física. Nunca me había pasado antes algo así, lloré muchísimo, tanto que es inimaginable. Sentí que nada en este mundo era importante, nada lo era salvo él.
3
Abril de 2007
Seguir al corazón cuando se esta ciego es el único faro que te puede llevar al camino correcto. Muchos saben leer en las estrellas, yo todavía no, así es que seguí mis latidos cuando un terremoto fraccionó al grupo de Gayatri.
Recién ido nuestro Maestro un mail llegó a nuestras casillas, era de un dirigente en donde exponía su renuncia sin motivo alguno, mucha confusión, yo estaba en este grupo por esta persona no sabía que hacer. Dolor extremo y sin un porqué. Nada se decía todo se intuía.
Mi mayor problema era si sería correcto que me quedara en donde yo quería estar y si me recibirían. No tenía que hacer ahí, nadie conocido y nada que me hiciera permanecer, excepto un par de ojos negros. Mi deber cerebral era quedarme con quienes me habían llevado a iniciarme y quienes me habían convidado a cada actividad, estaba destrozada no quería irme con ellos.
Un mail pensé… un mail a Haripada, mi primera luz o más bien mi Estrella del Norte.
No debía preguntar nada, eran cosas personales que sólo incumbían a quienes eran parte de los problemas, sólo tenía que abrir mi corazón y que este contestara a su amor entregado en cada correspondencia recibida desde que lo conocí. Escribiéndole descubrí que mi lealtad era con él y con nadie más, otro pensamiento acecho mi mente -¿me creería mi sinceridad?- no me quedaba otra que mis actos hablaran por mí y que mi honestiad fuera extrema.
La respuesta de él no tardo, me insinuaba que me fuera con mis amigos, que nuestra amistad no dependía de dónde yo escogiera quedarme. Pensé, miré y no vi amigos en el otro grupo, sólo vi rencor, ambición, aprovechamiento y cobardía.
Nuevamente saltar al vacío, seguir lo desconocido y pararme en mis principios era la ruta a seguir.
Recibí un llamado para asistir a su primera reunión como grupo independiente, mi negativa marcó mi bandera para ellos, mi decisión estaba tomada y nadie la haría cambiar. Mails llegaban, rumores corrían y nadie sabía quién era el que te abrazaba y te daba una mano.
Mi fin era hacer fuerza para que esta marejada no me llevara por delante y me destrozara más de lo que estaba. A nadie le fue fácil, cada uno podría escribir mil historias de presiones y de mentiras, pero para él fue más difícil aún estaba manoseando lo mas sagrado y puro, Gayatri y la Institucion que canaliza la energia de Gayatri, GVY y, se jugaban a placer con sus hijos espirituales y tambien con su unico hijo, Gopal. Tiempos difíciles vivió, paginas e contra se levantaron, fotos suyas fueron expuestas (cuando él siempre dijo que no era justo que se publicaran fotos suyas, es decir, de un devoto predicador, cuando amados y divinos maestros deben ser aun conocidos por el gran publico) y su silencio me conmueve hasta el día de hoy. No se equivocaron mis ojos al verlo grande, quizás sólo erraron al omitir su inmensidad, si tuviera que pintar lo que fueron esos días sería un agitado mar de sangre y al fondo un sol que nunca se apagó.
Escribo para no olvidarlo, escribo para amarlo.
Una imagen sin palabras
6 de mayo de 2007

Los días pasaban lentos, enmarañados, a veces se tornaban rápidos y violentos tanto que no era posible de dilucidar qué pasaría.
Nunca me había detenido a pensar que no dudé ni un segundo en él, ni tampoco a dar las gracias a Dios por no soltarme, su mano fue la que no me dejó equivocar.
A estas alturas la indecisión de algunas personas me daba rabia y dolor.
Un día de curiosa entré a esa página tratando de ver qué estaban diciendo y qué recriminaban, sólo encontré vulgaridad, quedé triste al ver su foto ahí. No me gustó ver esos ojos crucificados, no tuve estómago de seguir mirando, cerré la página como ese capítulo en mi vida.
No recuerdo bien cómo se organizo un viaje a Mendoza, nos encontraríamos con él y podríamos apoyarnos y acompañarnos en estos días difíciles.
Una tía muy mayor se casaba por primera vez y coincidía con este viaje, cómo explicaría yo que no podría asistir ya que tenía que viajar a Argentina, cómo entendería mi familia que esto para mi era más importante que acompañar a mi tía en ese día, otra vez una mano del cielo me ayudó y la tierra no me cuestionó.
Una amiga organizó los de los pasajes, mi mamá me llevó al Terminal de Buses y así después de una agotadora jornada de trabajo partimos cruzando la cordillera. Quedé sentada con una extraña, compartí un pan y recé para que el viaje se me hiciera más corto. Frío intenso sentía ahí.
Esa misma amiga que hoy se ha convertido en mi hermana me ofreció un abrigo, descansé al fin mientras el grupo de mujeres calentaban las horas de viaje hablando y hablando.
Llegamos de madrugada, mis ojos parecían oxidados, el frío rompía la piel en esa oscura estación de buses trasandinas. Había que hacer hora para esperar su bus que llegaría en la mañana, ninguna cafetería abierta que nos abrigara, sólo nuestra fe y el amor.
Amaneció y con ello despertaron los negocios con olor a pan y facturas, algunos nos apoderamos rápidamente de un local mientras otros hacían turnos para ver si nuestro Maestro había llegado de la capital federal.
A eso de las nueve lo vimos parado con su inseparable maleta, dulce, alto, sonriente y de sombrero. Sus brazos nos recibieron a todos, sus ojos nos hablaban de lealtad y agradecimiento, sólo espero que los nuestros le hayan hablado de lo mismo.
Nos reunimos todos en casa de este santo devoto que nos recibe cada vez que pisamos Mendoza y ahí comenzaron los nuevos días para Gayatri en Chile.
Sabíamos que las complicaciones seguirían, además él nunca nos negó eso y siempre fuimos apoyados cuando éste era el atacado.
Ese fin de semana asistimos a un fuego sagrado privado en donde se nos enseño paso a paso las reglas, los cuidados y las sutilezas de este acto devocional.
No puedo olvidar que ese día me nombró Acharya y que tampoco pude contener mi emoción al sentirme cercana, pensé que de verdad confiaba en mi sinceridad.
Las horas pasaban, se hablaba de las penas, de los ataques, de lo que vendría, de la nueva forma de caminar y yo soñaba con mi ansiada entrevista.
Muchos pasaron a una sala en donde cada uno hablaba del tema que le interesaba, y yo no tenía de qué hablar, pero igual anhelaba esa oportunidad.
Qué le diría, qué le importaría a él lo que sucediese conmigo, además las cosas a su lado no tienen el peso ni importancia que estas tienen fuera de su presencia, nada tenía que preguntarle.
Y fue así que no tuve tampoco la entrevista, seguro sería otra vez.
Los mates amenizaban largas y entretenidas historias, la noche nos invadió muchos se fueron a dormir otros seguimos acompañados del frío, interminables anécdotas, risas y preguntas y de una de ellas me acuerdo por lo importante.
Nos preguntó, cuantas veces nos habíamos enamorado, nunca lo había pensado. La pregunta era más profunda para mi, qué era el amor, tendría yo que saber eso para poder responder.
Contesté una vez para no quedarme callada, pero sin ningún compromiso con mi aseveración, pensé en mi ex y que eso habría sido mi único amor.
Hoy entiendo que todo es diferente, ya que si medía así el amor yo había vivido toda mi vida sumida en ese estado encantado. Hoy entiendo el amor de otra forma y que cada día se descubre un poco más.
¿Cuántas veces se habrá enamorado él?
Debí ser más atrevida y preguntarle.
Almuerzos en el restorante vegetariano fueron nuestra excentricidad, comimos muy rico y en un ambiente muy lindo y de pronto en medio del barullo lo encontré con mis ojos y estaba sumido en su maestro que estaban en una foto, contemplándolo, amándolo inmensamente, estaba emocionado y en silencio dejé de observar esa conversación privada.
Ese fin de semana pasó como agua entre los dedos y llegó el minuto de partir, el dueño de casa reclamó exclusividad del Maestro y se fueron en su auto al Terminal, algunos de nosotros tomamos un taxi que entre suplicas y rezos pedimos que volara hasta allá para verlo partir y darle nuestra despedida.
Siempre los rezos del alma son escuchados y una vez más la Madre nos respondió, llegamos antes y pudimos nosotros darle la bienvenida al bus que lo llevaría de regreso, se subió, se sentó en el último asiento y desde ahí comprendí unas palabras que antes sólo eran letras, "de corazón a corazón".
Mis lágrimas no tardaron, no podía ver esos ojos tristes y mi amiga tampoco, no nos contuvimos más y lloramos como si no hubiese nadie más en el mundo que nos viera.
Un dolor me invadió y estoy seguro que todos lo que lo vimos partir. Su imagen diciendo adiós, sin palabras, desde esa pequeña ventana, nos mostraba un Hari humano conmovido por el amor de unos chilenos fieles a él y herido por la maldad de otros.
De corazón a corazón y unas lágrimas me recordarán que ese viaje fue el principio de un mundo nuevo que se nos revelaría, ese mundo que nuestro Maestro nos regalaría por amarlo cada día.

lunes, 2 de abril de 2007

Feliz día Gurudeva / Ekadeva Acarya

Escrito de Ekadeva Acarya para el Guru Purnima 2006


¿Porque te quiero? Por tu respeto, que sumado a tu poder, es más respetuoso.

Por tu calidez, que conociendo mis miserias más miserables, es más cálida.

Por tu humildad, que con todo lo que haces por mí sin decírmelo, es más humilde.

Por tu sabiduría, que por saber presentarla con claridad, hasta yo la entiendo a veces, y es entonces, mucho mas sabía.

Por tu amor, que al ser puro y desinteresado, es más amoroso.

Por tu equilibrio, que a lado de mis malabares fallidos, es mucho mas equilibrado.

Por tu abrazo, que al abarcar cuerpo y alma, es mas acogedor.

Por tu mirada, que al hablar, escuchar y abrazar además de ver, es mas profunda.

Por tus manos, que por bendecir, dar, recibir y acariciar, son más manos.

Por tu sonrisa, que viniendo de adentro, es más contagiosa.

Por la esperanza que das, que hace que vea una sombra de luz en la oscuridad, y es entonces más esperanzadora.

Por tu vida, que es más viva.

Por todo lo que me olvido, que siendo tanto, tanto, tanto, es más perdonable.

Pero no solo te quiero por todo lo que me das, te quiero más por quién me haces ser cuando estoy contigo.


El milagro es empírico y contrastable. Sacas lo mejor de mí. Logras que venza a mi peor enemigo: Yo! En definitiva, te quiero porque cuando estoy cerca de ti me quiero un poco más. Y quererse, respetarse y aceptarse es a veces más difícil que caminar sobre las aguas…A tus pies Gurudeva…

A tus pies que dejan huella Pues,
¿Cómo podría ser de otra manera?
Solo pisando en tus huellas no tropiezo